- ¿Y por qué te vas? ¿No fuiste bien atendido acá? -Me dijo seriamente y sin apartar sus ojos de los míos.
"¿Y no tenés miedo?" me han preguntado innumerables veces. "No", les respondo seguro y con una sonrisa de oreja a oreja, mientras cuento lo orgulloso que estoy de la gente maravillosa que he conocido, que sin dudarlo te integra a su familia y te hace sentir como en casa. Después termino mi discurso contándoles sobre la importancia de pedir ayuda y el miedo absurdo que tenemos al solicitarla.
Las despedidas tienen un sabor agridulce: hablan de abrazos y hasta luegos, con la incertidumbre de alguna vez poderse volver a ver, con la certeza de que no será como ahora, pero aún así, con la sonrisa de un nuevo nacimiento: el de la posibilidad de reencuentro.
- Claro que sí -le respondo seguro-. Pero piensa en esto: Para mí has sido como una madre estos días, y te estoy muy agradecido; pero no puedo dejar de pensar en una cosa: ¿Cuánta gente maravillosa como vos resta aún por conocer?
2 comentarios:
Comparto totalmente que, aunque no he vivido ni la mitad de sus experiencias, siempre lo más difícil en las cosas vividas han sido las despedidas...es genial conocer gente nueva y maravillosa, pero es doloroso tener que alejarse o dejarlas ir, quedándonos con la incertidumbre de ese reencuentro que quien sabe si algún día llegará, ese "hasta pronto" que nos da la esperanza de volvernos a encontrar...pero como vos mismo decís: hay mcuhas experiencias más por vivir, otras personas por conocer y hay que seguir caminando :)
Arriba gurises!!! por más encuentros y despedidas :)
¡Exacto! De eso se trata... ¡Gracias por seguir estando del otro lado! :D
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